imal de puro sufrimiento que atravesaba la gruesa puerta de ma
verdad serías
aba llena
ontrado a un cualquiera y lo drogaste para que yo entre y arrui
endía que n
o y tonto. Sabían que había rechazado a hombres buenos, a partidos que me ofrecían u
sentido de la responsabilidad. La regla era clara: la mujer que lo curara se convertiría en su esposa.
vota Sofía, dejar pasa
ortunidad. Me casé con él. Y terminé destr
ya amaba a su exnovia, a Isabella. Mi "sacrificio" no fue un acto de amor para él, fu
del cartel rival, que sufre de una enfermedad terminal, a soportar de nuevo el dolo
a que se sentía frági
estuviera avergonzada. "Alejandro y mi hermano Ricardo son como herman
. La desesperación
uedo soportar ver cómo su amor se ve separado por esta maldición. Si no apro
der, la voz de Alejandro retumbó des
tás afuera? T
la voz de Alejandro, inconfundible incluso en su agonía, borr
o que le había dado en el bolsillo de mi
o y cruel ahora que tenía el control. "Pero has estado pegada a Alejandro como una la
su rostro a cent
s, me traigas agua caliente para lavarme. De lo
naza e
orazón. Si te metes en su cama hoy, incluso si se cur
llarme, disfrutar de su vi
mal y la pesadilla de mi vida anterior se repitiera. La imagen de
en si
se dibujó en los l
na c
la puerta con ai
abel
un nuevo tono se apoderó de ella. Un tono de impaciencia, de deseo crudo
y en su voz, a pesar del dolor,
sentimiento. Resentimiento por tener que comprometerse para
ncio, apoyando mi espal
no podía bloque
abras tiernas y rotas, los gem
rañas. Me abracé a mí misma, clavando las uñas en mis brazos, t
un amor que ahora sabía que era una mentira.
staba en el pasillo se cambió tres veces, enfriándos
habitación se
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