lemente dio media vuelta y salió, dejándome sola con el
d dormía, pero mi departamento era
ra bajo el agua. El agotamiento era físico. Me dolía la espal
por una escoba
a un pedazo de mis propias esperanzas rotas. Lo hacía en silencio, metódicamente, porque er
recogía. Era una dinámica no escrita en nuestra rela
on tres golpes se
un vuelco. ¿Sería Mateo, de vuelta
¿Hija, est
no de al lado. Un señor de unos setenta años, viudo,
uerta con
pero su ceño estaba fruncido. Su mirada
, dijo, su voz baja. "Y luego gri
bía suavizado al verme. Vio el pequeño cort
una sonrisa que se sintió como una mueca. "Se
s sabios vieron a travé
que tocar mi puerta. A la hora que sea, ¿enti
e estaba pasando y me ofrecía una salida. Una parte de mí quería gritar, llorar y acep
que había sido condicion
gracias, Don Carlos. S
mezcla de triste
igue en pie. No tienes que agua
. Le di las gracias de nuevo
ada de vergüenza. ¿Por qué no había aceptado
ecieron de nuevo, esta
rado el viejo. Las parej
nto fuerte porque es un artista
lo empeoraría las cosas. Un hombre como Mateo
lacable, defendiendo lo indefendible, normalizando el a