lla de la hacienda, sentado en una banca
inusual en una mujer tan orgullosa, sus mano
ón, "No nos dejes, esta familia está maldita, lo sé, pero tú... tú eres lo único
a anciana, vio en él el ref
on Sofía, siete años atrás, Doñ
ombra, una ambición que consume todo lo que toca, te pido que la cuides, q
lo había
s conocimientos, su energía, su fe, para proteger a Sofía de sí m
su arpa prehispánica sagrada hasta que sus dedos sangrab
odeaba a los Villarreal, una energía que se al
u vida, su juventud, s
o par
imaginar, su recompensa fue ver a su propia hija sacrificada e
uel que casi le arra
a tapa y miró el rostro sereno de su hija, parecí
un beso de despedida cargado de to
susurró, "Perdóname por n
decisión era inquebrantable, una roc
omesa ha terminado, mi tiempo aquí ha concluido, he enterrad
rectamente
y no volv