s mi vestido de novia, antes un sueño, yacía ahora s
recio, sus palabras goteando veneno: "¿Por qué tenías que ser ta
iales de mala calidad en sus construcc
lo salvaba, pero solo
ento con una sonrisa cruel: "Diviértete.
astrada, humillada, traicionad
e, Don Fernando, un urbanista r
ció, el hombre elogiado por
mió, el dolor y la humill
, deseando que
ces, de
madre me envolvió, la luz del sol in
a
es de Ricardo Vargas v
sus sonrisas fingidas, s
mando: "¡Ximena, querida! Cada día estás má
imena, si no fuera por el estatus de su padre, ¿quién se fijaría e
con cariño: "¿H
re, levanté la barbilla
nó en la habitación: "Lo si
cio fue
onmigo," continué, mi voz cort