eguía siendo el tema de conversación principal. La mayoría la había tachado de inestable, una joven promesa que se había quebrado bajo presión. Ricard
era una formalidad, pero después del espectáculo de Sofía, todo el mundo sentía cur
madre el arte de hacer la masa de tamal perfecta. Pero había pedido a su profesor de baile, el único que todaví
ada. Era un mensaje de su maestro. "Sof
ión más alta, seguido de un asterisco y la nota "Retirada". El nombre de Ricardo estaba justo debajo, como era de espe
as: Puntuac
sobre
El pasillo de la academia, según le contó después su profesor, enmudeció. Nadie podía creerlo. Valeria, la c
deó, felicitán
! ¿Cómo lo hiciste?"
me ayudó a concentrarme". Lanzó una mirada amorosa a su novio, quien le sonrió, aunque Sofía
sar su propio examen, un derecho de todos los estudiantes, y también, citando "irregularidades en la puntuación", había solicitado ver el examen de la al
ó frente a los dos cuadernillos de examen. El suyo y el de Valeri
a, de la respuesta que Sofía había escrito en su propio examen. Incluyendo una oscura referencia a un artículo académico que Sof
n lugar de exponer el fraude, cerró el cuade
nte, una actuación magistral de derrota. "Vale
ficina, dejando al directo
sillo. Cuando salieron, con aire tr
res podían entender. "Puntuación perfecta. Es increíble cómo alguien puede mejora
odo su color. Ricardo dio u
siendo amarga y envidios
Solo estoy... impresionada. Y confundida. Porque juraría que la pregunta 17 era sobre P
ahora innegable. Miró a Ricardo, busc
ía definitivamente. La última pizca de afecto por el chico que
sprovista de toda emoción. "Nuestra amista
do de tomar su mano. "Estás confundida, e
risa seca y sin alegría escapando de sus labios. "¿Ayudarme como la ayudaste a
o se endureció, sus ojos se volvieron fríos y c
é exactamente quiénes sois los dos". Se giró hacia la gente que hab
clara. "Dejo la academia no porque no pueda con la pre
pausa d
mero ha hecho los mejores tamales de la ciudad por generaciones.
ro, la prodigio del baile, ¿reducida a vendedora ambula
rtiéndose en el blanco perfecto para la lástima y el desdén. Se estaba haciendo pequeña, insi
eria en medio de un mar de miradas curiosas y susurros. La bomba había