n mi dirección. Era Ricardo Guzmán. Su rostro, usualmente
s hombros, su ag
hiciste a Elena
, sin lugar a dudas. Para él
ganta seca. El calor en mi cuerpo era cada vez
echa y asco. "Siempre supe que eras una acosador
s ganas. Simplemente lo aparté de mi
itación de una patada y entró. Escuché el
! ¡Ricardo
e cerró de
e casen. Que vivan su "gran amor". Cualquier
latón era el de una extraña. El rostro sonrojado, los ojos vidriosos, el sudor br
. Necesitaba apagar
egaron por un momento. El aire nocturno no hacía nada para enfri
o, lleno de gente. Me abrí paso a empujones hasta el
í sin pensar y entré. Era un pequeño almacé
é hasta una esquina, tratando
¿estás
nté la vista. Una figura alta y esbelta estaba de pie en la puerta,
... agua,"
odilló frente a mí. Sentí una mano fresc
iendo. ¿Qué
. Las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas,
as. Me ayudó a ponerme de pi
poco mejor. Me llevó a su coche, un modelo elegante y discreto. No prote
n la mía, firme y reconfortante. Me llevó a otro hotel. Con
envenido. Me ayudó a quitarme la ropa mojad
o dentro de mí comenzaba a calmarse. La mujer se se
s," log
tió. "De
a su mano. La droga me hacía vulnerable, nece
ita," murmuré, m
e. "Tú no estás en c
desesperado. Para mi sorpresa, ella respondió. Su beso era suave,
que pareció una eternidad, hasta que el agotamiento
ón estaba inundada por la lu
abía soñado todo. Pero entonce
cadena de plata con un peq
era
ra real. La noche ant
ico y elegante, todavía flotaba en el aire. Dejé el coll
me había salvado. Y eso era