utal que no sirvió para nada. Seis meses de acostumbrarme a la silla de rued
pidió a las enfermeras que contraté, insistiendo en que él era todo lo que necesi
el pilar de apoyo que yo ya no podía ser. Juntos, formaban una muralla de cu
añana. La casa estaba en silencio, un silencio pesado y espeso. Me moví en la c
urmu
usto al lado de nuestro dormitorio. La pu
abajo. Pero la voz que respondió no era la de un so
So
deslizó por mi columna vertebral. Con un esfuerzo inmenso, me deslicé de la cama a
la puerta, pegando mi
a sospechar", decía Sofía. Su tono no era el de un
idad que me revolvió el estómago. "Ya casi lo tenemos todo. El seguro del accidente pagó una fortuna. Con la muerte de su padre, ya no
El seguro? ¿El control de la empresa
dremos que seguir con esta farsa? Verla todos los d
Recuerdas? Su padre te odiaba. Nunca hubiera permitido que estuviéramos juntos. Y con ella al mando d
as a mi alrededor. Un zumbido ll
e... fue un
o pod
me el vómito que subía por mi g
ía, su voz ahora una mezcla de admiración y miedo. "Ase
queño soborno, un perno aflojado en el momento exacto... El viejo no tuvo ninguna oportunidad. Y ella...
tuvo ninguna
mí, brilló en mi mente. El sonido del metal retorc
un ac
n ase
ue había sacrificado mi carrera, mi f
ado lisiada a
. Por Sofía.
convulsionó. Un dolor, mucho más profundo y terrible que cualquier dolor físico, me a
dad me consumiera fue el impacto de mi cue
la puerta del estudio
!", grit
me, su rostro cerca del mío
pasó? ¡Sofía, llama a u
casi le creo. Pero ya no. Yo sabía la verdad. Estaba atrapada en un infierno diseñado por el hombre q