ntraba por la ventana parecía falso, los colores de mi habitación, artificiales
ímbolo de una parálisis mucho más profunda en mi alma. Estaba rota, f
a. Sopa caliente, pan tostado, un vaso de ju
. "Nos diste un susto de muerte anoche. El doctor dijo que f
taba, ahora se sentía como el de una serpiente. Reprimí el impulso de apartarme. No podía
ré, mi voz ronca.
rte", me aseguró, dándome una cucharada
ahogo. Asentí y comí, cada bocado
aba allí. Siempre me había despreciado, siempre había pensado que yo no era lo suficientemente buena para su hijo
l hombre que me había enseñado a dibujar mis primeros planos, el que me animó a
a desesperación. Era un núcleo duro y afilado de pura furia. Y en ese momento, junto
ra "descansar". La rabia me dio una fuerza que no sabí
ción. El estudio. T
falta de uso y el shock. Intenté rodar hacia la puerta, pero la alfombra gruesa era un obstáculo. La rueda se atascó. E
minación, logré moverme. Salí al pasillo
ire dentro era denso, olía a los cigarros caros de Miguel
podía encontrar? ¿Do
stantería baja, mi mano golpeó el p
el se movió. No era parte de la estantería. Era una
ó con fuerza. ¿
strecho y oscuro. Olía a polvo y a desuso. Parecía un antiguo
Al final, había una r
río y polvoriento. Cada movimiento era una agonía, p
na rejilla de ventilación a la altura del suelo
estar, una pequeña cocina... y un dormitorio. Estaba conecta
do se
y lo que vi hizo que la bil
como una pareja establecida, cómoda en su propio espacio. Un espacio construido dentro
de lo que había imaginado. No era solo una aventura. Era una vida paralela, una conspiración metódica