Miguel, el esposo de Lucía, decidió q
mis hijos y a mis sobrinos, "ustedes, los escuinc
biertos, asustada, él hizo un gesto con la mano para que
Que aquí se va a se
helados, mirándonos a nosotros, los adul
re, Roberto, tenía una expresión de incredulidad total, y mi madre, la pobre de mi madre
dre con un hilo de voz, "los ni
patán de marido, "Son niños, tienen que estar juntos en una esqui
jó sin palabras por un segundo, querían echarlos de sus lugares
pero sabias palabras, quien intervino, se levan
y yo nos moveremos a la orilla,
improvisados que Miguel había añadido, apretándose contra una columna, solo para que los niño
r culpa de estos abusivos fue la gota q
nuncié, y me lev
ia la recepción del restaurante, el corazón me la
sta, una joven amable, "¿me podría ayuda
que sí,
e llegar, dice que no hab
ó su computadora, frun
ón a ese nombre para hoy, de hecho, el restaurant
confirmaba, per
pero, ¿por casualidad no llamó alg
teclear, sus ojos
preguntó específicamente a qué nombre estaba la reservación de la familia de Roberto y Sof
table, no fue una casualidad
ra aún peor, Miguel había encendido un cigarro, justo ahí, en la me
de descubrir, vi cómo la expresión de mi padre cambiaba de la incredulid
eto a mi madre y a mis abuelos, pero el juego había cambiado, ya no se trat
nzaba, y la batalla