o podía ocultar su emoción, hablaba por teléfono con esa vo
nos un gusto este año, ya sabes, los niños crec
medias, mi prima Lucía, la hija de la hermana de mi padre, siempre llamaba
, qué maravilla, tía. Usted
e a mí siempre me supo a veneno, mi madre, en su i
o no hace daño, ¿verdad? Reservamos una mesa grande para toda la fam
servación, y sentí un nudo en el estómago, era una sensación familiar, una
tanto gusto por ustedes, de
se giró hacia mí con
pre tan atenta, se alegra
una so
má. Muy
ces de la ciudad, una decoración elegante y un ambiente festivo, mi padre, Roberto, mis abuelos paternos, Don Rica
de servir una copa d
lsa pintada en la cara, seguida de su esposo, Miguel, un hombre corpulento y de
sorpresa encon
a una feliz coincidencia, mi padre frunció el ceño, yo crucé los brazos, solo
idad! ¿Ustedes tambi
lástima, "pero parece que está todo lleno, no hay ni un
con las manos en los bolsillos y una mirada
n su voz rasposa, "¿no nos podrían h
a estaba puesta para diez personas, nosotros
la era incapaz de decir que no, su generosid
usta...", comenzó a decir mi
puchero, "Mire, podemos apretarnos un poquito, l
de mi hermana, como si fueran objetos, bultos que se podían
n la voz más firme que pude, "ellos tienen
puro rencor, pero enseguida
a broma, solo queremos pasar la Navi
sillas de otras mesas vacías, sin pedir permiso, el mesero se ace
peón, somos familia,
ro espacio, robándose la paz de nuestra cena navideña, mi madre
luta, que la armonía era lo úl