l plástico barato se sentía fuera de lugar contra la seda
verso de caoba, piel y susurros de po
con sueños demasiado grandes para su cartera. Su trabajo c
a matriarca Elena Solís, ha
ado a su oficina, un santuari
la vista de unos papeles. "Eres un
, señora
ntinuó Elena, ahora sí, clavando sus ojos fríos en
raba todo el bufete. Un hombre alto, impecablemente vestido, con una mirada que parecía atravesar a la
a, lo ancla a la tierra," sentenció Elena. "Ricardo solo piensa en el
ir con fuerza. No entendía a dón
bes cuál es tu lugar y tienes ambición. Por eso t
¿Asistente personal del señor Solí
z se volvió seda afilada. "Tu verdadero trabajo no ser
miró, c
gas que te vea como mujer. Tienes seis meses p
de Sofía casi
ra, y
ido, un sueldo que ni te imaginas. Si no lo logras," su sonrisa desapareció, "tu contrato de pasantía no s
Una orden envuel
cidad para ayudar a su familia, todo pendía de un hilo.
," susurró, la vo
r despedida. "Puedes empezar mañana. Él ya está avisado
reflejo de un cristal. Una chica sencilla, sin lujos, sin un apellido i
ina de Ricardo. Él estaba de espaldas, hablando por teléfono. Llevaba u
s la escanearon de arriba abajo con u
," dijo, su voz era
ís. Soy su nue
es mis reuniones de la tarde y que prepares el resumen d
ni una palabra de bie
jo a la perfección. Le llevó un café, exact
o, diciendo en voz baja
iquiera
n apartar los ojos de la
ferencia, era un muro de hielo. Se dio cuenta de que la tarea