obre Elena. Mi familia la había acogido cuando era una niña, una huérfana sin nadie en el mundo.
ahí, en sus ojos, cada vez que mi abuela me enseñaba los secretos de las hierbas, cada vez que me elogiaban p
a le prometió que juntos, con su baile y su carisma de charro, podrían llegar
Mateo volvió a tocar,
¡Tenemos que ha
de nuevo, con
lo que tenía qu
cla de súplica y amenaza. "Elena es importante par
n mariachi errante que anda de gira, no una oportunista que se acuesta con el prometido de qu
ado así. La Sofía que él conocía era dócil, ingenua, fácil de ma
Sofía," siseó, antes de darse
endiría tan fácil. Tenía que asegurar el amuleto. Tenía q
e aún quedaban algunas de sus cosas. Encontré su costurero
vieja y oscura, con grabados extraños. En el centro, tenía una
ndice. Una gota de sangre, roja y brillante, brotó al in
ue absorbida por la plata
o. Un calor agradable, reconfortante. Los grabados parecieron brillar con una
si una parte de mí se hubieabía dicho que lo hiciera, pero yo lo olvidé, perdida en mis sueños de amor y baile. Por eso Elena pudo usarlo, porque el amuleto no tenía dueño
leto era mío.
mi pecho. Sentí una extraña claridad en mi mente. El cansanc
ro. El agua, normalmente simple, me supo increíblemente f
horas de práctica, se sentían flexibles y ligeros. No era una fuerza sobrehumana, no me había convertido e
problemas por arte de magia. Pero me daría la fuerza que necesitaba para enfrentarlos. Era una ayuda