escente del techo bañaba todo en un resplandor pálido y enfermizo. Mi
s de aquí, ¿
endo con fuerza. Esta p
onces
tienda de la gasolinera, bebie
tera juntos. Ricardo fue el que me encontró después de que... después de que perdí el rastro de Miguel
undó. ¡Ricardo! Él me c
parabrisas. Su expresión cambió de la indi
? Qué coincidencia", dijo,
volvió una s
o verte. Llevamos
onocimiento fugaz, casi imperceptible, que iba más allá
ayuda sin que Mar
solíamos jugar. Un código secre
bueno verte! Oye, tú que eres tan bueno para est
vía llevaba en la mano. La abrí en
e para que pudiera verla. "...'una Nación, bajo Dios
a, cambié una
tad y peligro
cia" con el dedo, como s
sus ojos. Luego, una chispa de entendimiento. C
avid que volvía al coche
a llanta trasera de tu lado se ve un poco
eño y se agachó pa
rece, se
de este ángulo", insistió Ri
oport
mento, mirando a los dos hom
ensé do
a del coche y
ritó Martha,
Él me vio venir, y con un movimiento rápido y disimulado, desbloqueó las puer
orrían. No gritaban. Simplemente se quedaron allí, observándome, con expresiones extrañ
ofrío me
arrancó el motor y salió de la gasoline
je, con la voz entrecortada por
interrumpió, con una voz calmada que me tr
a que intentarlo una vez más. Marqué el númer
diferente. No hubo tono.
na vib
aje de texto
ismo
sación con man
ENTE. NO CO
teléfono, mi sangre h
a Ric
una expresión fría, calculadora. Sus ojos, fijos en la ca
transformó en un terror mucho
jaula solo para meter
-