xico", se levantó de su asiento. Su rostro mostraba una falsa expr
dirigiéndose a la audiencia. "Pedro, Sofía i
lena a mí. Elena bajó la mirada, adopt
osa. "Pero si Pedro siente que su arte puede brillar m
casi imperceptible tirando de la comisu
", declaró finalmente. "Sofía, mija, a veces hay que saber pe
erior. "Deja que tu hermana tenga esta oportunida
trás. Elena era el vivo retrato de ella, y mi padre la adoraba, proyectando en ella todos sus sueños y afectos. Yo, en cambio, era la hija de su primera esposa, la verdadera fundadora del
cía: "Sé generosa, dáselo a tu hermana". Si a las dos nos gustaba la misma canción para un re
udado" con los arreglos, atribuyéndole a ella parte de mi éxito. Mientras tanto, a Elena le daba los mejores maestros, los instrumentos más caros y todas las oportu
ajaba tan duro para suprimirlo. Tenía miedo de mi po
Me estaba pidiendo que renunciara al mariachi que yo había creado,
gnánimo. "Elena también tenía un contrato preliminar con una banda. Como un gest
os por ser un desastre. Su vocalista desafinaba, el guitarrista rompía cuerdas constantemente y el trompetista... bueno, se decía que su sonido podía cuajar la leche.
cro, carismático y en la cima de su popularidad, con "La Muerte Premiu
uedaba con las sobras de mi hermana, que aceptaba un grupo sin futuro a cambio de la joya que yo
njusticia de mi padre fue demasiado. Me negué, grité, lloré. Provoqué una escena terrible que solo si
vez fue
Pero también recordé un rumor, algo que había descartado como una tontería en ese entonces. Un
ujó en mi rostro.
ía dado. Él pensaba que mi apoyo era una simple melodía y algo de dinero. No entendía
bio accidental de los expedientes de las nuevas bandas. El grupo destinado a Elena, el que ella desechó por mediocre, era este. Y el que me habían asignado a mí originalmente, el que se convirtió en "El Zorro", era el q
ue despreciaba, el que ahora me ofrecía como un prem