uitarra rota y el eco de sus palabras. Me quedé inmóvil por un momento, tratando de pro
ó una punzada de preocupación, pero fue rápidamente ahogada por un
ir con mis padres, una fuerza extraña me guió hacia el hospital.
espera, caminando de un lado a otro como un le
siseó, "¿Vienes a di
ué hablas?", pre
omó un frasco entero de pastillas, dejó una nota diciendo que no podía soportar el
Ximena había alcanzado un nivel que supe
mí", susurré
garró del brazo, su fuerza era brutal, "Ahora vas a entrar a
rarme, "¡No voy a pedirle perdón por
Justo en ese momento, la puerta de la habitación de Ximena se abrió y u
errados, pálida y frágil. Parecía una santa mártir. Abrió los ojos lentame
"Dile que se vaya, no quiero que me
rdo, acariciándole el cabello, "Sofía
rtencia en los ojos.
e a disculparme, vine a decirte en tu cara
zo ahogado y se llevó
ritó Ricardo, interpon
lta, "¡Estoy harta de sus mentira
uedo más, Ricardo, no puedo más! ¡Me quiero morir
su lado, abrazánd
í, no te voy a dejar, yo me ha
l hombro de Ximena, s
ijo con desprecio, "No te quie
ado. Yo había perdido. O eso creía él. Caminé hacia la salida, sintiéndome vacía, derrotada. El teléfono de Ricardo, q
era la cuenta de ahorros que compartíamos, la que siempre estaba casi
nía siete cif
e él pudiera vivir su sueño de maria
tras buscaba en su billetera que también había dejado allí, encontré un fajo de papeles dobla
atrás. Fotos de ellos dos juntos en viajes, en fiestas, mucho antes de que ella supuestamente llegara a nuestro pueblo