rrumpió, venía de la calle. Era Ximena, parada bajo la lluvia que comenzaba a caer,
hacia nuestra casa, asegurándose de que los
eces, Ricardo corr
tó, saliendo tras ella sin
o me quedé allí, en medio de la cocina que olía a traición, con la cena de aniversario intacta y el corazón hecho pedazos. La casa, que
ostro. Lloré por mi ingenuidad, por el amor que había dado sin reservas, por la mujer en la que me
o regresara, estaba empapado y su expres
espetó, cerrando la p
tenta de qué? ¿De que mi esposo me engañe en nuestr
oz resonando en la casa silenciosa, "Tuvo una cr
escuchando, "¿Yo soy la culpable de que usted
no entiende de maldad, tú la atacast
la habitación, una carcajada
a estado a tu lado en las buenas y en las malas, la que vendió sus joyas para qu
a que ver, fue un error, ya te lo dije, pero ahora tengo una
esponsabilidad" era como un ven
, dije, mi voz plana, vacía de toda emoci
u terquedad era un muro contra el qu
hubiera terminado, como si mi dolor no importara. Lo vi desaparecer p
pantalla todavía iluminada con el mensaje de Miguel Ángel. Mis dedos temblaron mientra
o esto
y casi de inmed
gel, neces