Miguel. El viaje en coche fue silencioso, pero la mano de Sofía sobre la mí
e prepararon la habitación de invitados, con sábanas frescas y una almohada suave.
n una sonrisa genuina. "Aquí na
n cinco años, dor
r a café recién hecho. Carlos estaba en la co
za. "Lo niegan todo, por supuesto. Dicen que
s," dije, con una n
n," afirmó Carlos. "Hoy vamos a ir al Registr
ubernamental, nos encontramos con Lucía y Migue
bien! Estábamos tan preocupad
ella. "No
de mediación. Lucía, frente a una autorida
facultades. Se cayó, se golpeó la cab
lotaron durante cinco años. Me encerraron en un cuarto cuando me
miró a todos, eva
i usted quiere cortar la relación, podemos levant
iré a Lucía direc
nta de mi propiedad, y no fue un regalo, fue un préstamo que nunca me pagaron. Y quiero que firmen un documento don
uiabierta. Miguel
os? ¿Estás loca? ¡No
os, cruzándose de brazos. "
naba y creyendo que la parte del dine
os libraremos de una carga," dijo con desdén. "Así ya no te
o es negociab
obligaciones familiares. Lucía y Miguel lo firmaron rápidament
levanté. Carlos y Sofí
ije, sin una pizca
rada de odio en mi nuca, pero no me detuve. Al sali
tillo favorito: pozole rojo, con todos sus acompa
ados. Lucía nos decía que no querías saber de nosotros, que estabas feli
mis ojos, pero esta
ar, hijo. La culpa fue mía
se acabó. Ahora somos una f
tiempos más felices. Mientras comíamos, hablamos y reímos. Me contaron de su trab
sentado a la mesa a cenar con mi hija ni una sola vez. Siem
ue por fin había vuelto a casa. No a una casa de