una ambición tan grande, que se se
uz especial, mientras me señ
jo, refiriéndose a la discreta esposa
zaron, a pesar de
ro de redes, sino una clonación biom
en su agarre. "He secuestrado a la verdadera. Nadie
lpeó: la vez anterior, l
Ricardo López no era tonto, qu
ar, me abrazó y me
en el cuello, una neurotoxina dig
iela, mientras se cernía sobre mí, con el rostro deformado por el od
onrisa triunfante, antes de
razón latiendo a mil, justo cuando Dan
ía renacido en el dí
mi asesina, y una calma
ia su destrucción, no solo le abriría la puerta, le co