rible y ningún recuerdo de la noche anterior. Se sentó en
reparando café. El silencio e
dijo él, su voz
e le sirvió una taza de café
vez sus ojos hinchados y el ra
tás
na risa seca
perfect
urante la larga y solitaria noche pesaba sobre ella,
oz tranquila y fir
la vista,
es par
eguntas. Acompáñame, sé amable conmigo. Finge, si es necesario. Después de ese me
o suyo, un recuerdo que no estuviera manchado por la sombra de C
de ella. Pero la promesa de que se iría para siempre era tentadora. Su p
ué harí
todas las veces que te he molestado. Co
n en los ojos de ella era real. Quizás, si le concedí
un suspiro de resignación. «Un m
ió Ximena, un nudo for
argo. Tenía su mes. Treinta
«Entonces, para empezar... quiero qu
e atraganta
o del mundo virtual. Es car
o. Puedes permitírtelo»,
a su sueño, ver esas luces danzantes en el cielo. La resp
go a un lugar así? Si fuera con Camila, sería difere
lido entonces, y dolía
ir», dijo é
n inflexiones. «Dijiste que harías lo que yo te pidi
una clara irritación, pero había hecho un
ientes apretados. «Iremos. Pe
Ximena. Y por primera vez en
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