mi mano era la verdad, y esta gente se negaba a verla. La profesora Elena, el guardia, los padres... to
ca
re coincide, pero la niña no. ¿No les parece eso sospechos
prejuicios. Veían a una mujer hist
os era inútil. Necesitaba i
ré a la Secretaría de Educación. Iré a l
a de nacimiento aún en mi mano. Sentí
la cara. El impacto fue tan sorpresivo que me hizo tambalear hacia a
la furia. Era atractiva, de cabello oscuro y cuerpo esbe
es que estás haciendo? ¿Tra
segundo. ¿Su hija? ¿Esta era la mujer que
é decir, limpiándome la sangre d
el vestíbulo, añadiendo una nueva capa de locura a la situació
nuevo, intentando arañarme la cara. Reaccioné por puro i
tame,
oca!", le grité, empuján
mo animales en el vestíbulo de una de las escuelas más caras del país. Los padr
a Martínez!", gritó ell
lena de una certeza desesperada. "¡Y
los tengo!",
ino, separándonos. Nos sostenía a cada un
n hombre mayor y cansado. "Esto es ridículo
asando de mi rostro golpeado
niña. Que venga él y
recorrió. Ricardo
imena con desafío. "Llámalo. Va
ánico y una extraña necesidad de que la verdad, por horrib
, cuatro veces. Sal
stómago. Intenté de nuevo. Mismo resulta
una risa burl
" dijo, imitando mi voz.
lo de última generación. Marcó u
uiera llegó a sona
erdón que te moleste, sé que estás ocupado... Sí, estoy en la escuela. Hay un problema. Hay una mujer aquí,
los cimientos de mi vida. "Mi amor". "Nuestra Ani". La fa
e Ricardo a contestarme. Su doble vida, tan cuidadosamente con
y me miró con una sonri
. "Mi Ricardo viene a pone
Ric
confirmó la terrible verdad. Me había estado engañando. No era solo
e en el que había confiado mi futuro y el de mi hija, me
egar. No para salvarme
-