eto, hablaban de un nuevo menú, de un viaje a Oaxaca, de planes futuros en los que yo no e
lamada de
tó con un
bien, aquí estoy con X
mena, quien lo tomó con
está cuidando muy bien... Claro que sí, este fin de seman
te años, los padres de Ricardo apenas me dirigían la palabra, siempre me vieron como la m
y su aparente sumisión, era
n impaciencia, como si recién
ar o qué? No te
afía, usualmente firme y clara, salió temblorosa
me, la guardó en un
obre la mesa, "Y necesito las llaves
ento", respondí, mi
recojas tus cosas, no quiero que te lle
mo una ladrona fuera de mi propia casa
incapaz
uardiana, la gente en la empresa nos miraba, algunos con pena, la mayor
enso y pesado, cuando llegamos al edificio, el
rdes, seño
es, Manuel",
mirarlo, con un aire de superiori
o me golpeó, no era el olor a limpio de siempre, era
n los cojines del sofá, en
ado de mi espa
j, un Rolex de oro que yo sabía que Ricardo le había
estaba deshecha, y sobre la almohada donde yo do