ecir a una de las cocineras mientras pas
un alto", respondió otr
y Ricardo habían tejido cuidadosamente para mí, entré en la oficina que solía ser
slizando una carpeta sobre el escr
na miseria, una fracción de lo que legalmente me correspondía después de siete
oficina, Ricardo había llegado tarde, con olor a perfume bar
apurado, "Son unos permisos nuevos para el neg
lidiando con proveedores y un evento cancela
sin
ios, eran los papeles del divorcio, había firmado mi propia sentencia sin saberlo, habí
a ahogando lentamente, me miré las manos, las mismas que habí
e ser tan
él ya no era el hombre del que me enamoré, era un extraño, un depredador que
dores, yo no era nada para él, solo un escalón, un medio
café, se la puso a Ricardo en el escritorio y le acarició
preguntó con una voz melosa
a, la misma que me dedicaba a mí al p
Xime, ya casi
e había regalado brillando bajo la luz de la oficina, junto a la