as se ahogaron, los murmullos cesaron. Todos los ojos
icardo Cortés?",
ro lo conoce
ración... esto va a d
familia Cortés, la familia de
álido, luego rojo de ira. Agar
l control. "¡Su voz suena como la de un pato! ¡No me
ses secas. La voz de Ricardo Cortés, aunque rasposa,
Si el señor de la Cruz no me cree, con gusto
ardo se rio con desdén y le arrojó el teléfo
forzaste! ¿Contrataste a un far
tados, inflando el pecho
z tendrá que ver con esta farsante! ¡De ahora en adelante,
vítores vacilantes. Muchos, por miedo o por
vés del altavoz del teléfono. La voz de Ricar
todavía tienes el descaro de querer
ados de nuevo, esta ve
papeles siendo hojeados
de trescientos millones de pesos que vence la próxima semana. Dime, ¿con qué piensas pagarlo? Si no fuera porque la señorita Romero hipotecó e
fantasma y se desplomó en una silla, agar
es verdad l
Son solo mentiras alarmistas que se inventaron entre los dos! ¡Nuestra
n su bastón. Miró a Sofía con odio. "¡Tú, mujer venenosa! Ahora que no puedes
ara. "El padre de Ricardo debió estar ciego para patrocinarte. ¡A
esalmada como tú
s que nadie. Solo veían en Ricardo a un chivo expiatorio perfecto: joven, ingenuo y sin talento. Un títere fácil de manejar. Sofía ya había investigado a fondo. Sabía que el dinero de
sonrisa, casi imperceptible, se dibujó en sus labios. S
hay necesidad de d
s gritos de los viejos accio
elo. Con el dorso de la mano, se l
aró, su voz resonando con una finalidad absoluta. "Pero nuestra colabora
y nerviosa de Ricard
stuviera aquí en persona, no me interesaría colaborar con él! ¡El Ball
rta principal del salón se abrió de una patada. El
pesar de su supuesta gripe, estaba de pie en la
e al señor de la Cruz no le interesa, entonces nuestra colaboración