o del coche se mezclaban en un aroma
s de la Ciudad de México pasaban borrosas. Cada hueso de su cuerpo
na fuerza que pretendía ser reconfortante, p
rofunda y encantadora que antes la derretía. "Estás a
os ojos, fingiendo un agotamiento que, a
io duró apenas unos minutos, hasta que su voz, ahora más baja y dura, cortó el aire. Habla
o lo planeamos?"
Abrió los ojos una milésima d
la historia. 'Heredera de los Velasco encontrada en una casa de segurida
hubieran echado un bal
Q
és de esto, no tendrá más remedio que casarse conmigo. Su reputación está por los suelos,
mente, "creo que nos pasamos de la raya.
o, perdiendo la paciencia.
s que la revisaron antes de que usted lleg
fía. Un zumbido agudo llenó sus oíd
. Estaba e
esperó, con cada fibra de su ser, que Ricardo m
a continuación la de
enos. Eso habría complicado las cosas con Elena. Asegúrate de que esa información no se fil
lpeó con la fue
tortura. Los golp
o
maba, su prometido, el padre d
ontrolable. Se incorporó de golpe, empujando la mano de Ric
su garganta, pero no se comparaba con e
preocupado por la tapicería de su coche que por e
solo vio a un monstruo. La preocupación fingida en sus ojos, el ceño fruncido por el asco hacia s
ó ella, con la voz rota.
que no la
e impaciencia. "Tranquila, mi amor. Son los nervio
le parecía un palacio de ensueño, ahora se alzaba en su mente como una prisión do
te vacía y rota. Era una marioneta en su teatro, una pieza e
ojos se cruzaron con los de Jorge en el espejo retrovisor. El guardaespaldas apart
ra m
ración. Una pequeña señal de que no todos en
ces, una sola grieta es suficiente p
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