el olor a café recién hecho y huevos a la mexicana llenaba el aire. Ella estaba de pie ju
e sentó frente a él, c
días, do
lpa de Elena había calmado la tormenta en su interior, pero
duda. Dejó sus cubiertos
túpida. Pero quiero que entiendas por qué lo de Miguel es
mo si buscara las
. Y luego me encontré con Miguel por casualidad. Él me habló de sus clases de tango. Y pensé... pensé que sería una forma d
había fallecido hacía dos años, lo desarmó. Elena estaba usando su memoria, te
jiste?", preguntó Ric
entenderías. Que te burlarías o te pondrías celoso. F
Las manos de Ricardo eran ásperas y callosas por el tr
favor. Hagamos las paces.
su madre, el arrepentimiento en su voz... todo parecía tan real. Se sintió culpable por haber dudado de ella, por haber
a. Te perdono",
de la tormenta. Lo abrazó con fuerza. "Gracias, mi am
ncanto y logró encontrar otro lugar, incluso más bonito que
co del dinero de los ahorros para la universidad de Sofía para apartarlo. Luego,
an sagrados. Habían trabajado
na. Tocar e
ara la felicidad de nuestra hija. ¿Qué
dad en su hogar, confió. Fueron al banco y sacaron una parte c
que nunca, como si quisiera borrar cualquier rastro de duda con su cuerpo. Ricardo se entregó, queri
lor débil y extraño en el cabello de Elena. Un perfume masculino
ño. "¿Cambias
de segundo, pero respondió con
... dif
inando cosas. O quizás es el perfume nuev
e gusta", mi
aba demasiado cansado para luchar contra ella. Se obligó a ignorarla, a racionalizarla. Tal vez
luchaba por los sueños de su madre y por la felicidad de su familia. Se durmió en una cama d