do una gota de alcohol. Era el estrés, la falta de sueño, el peso de lo que sabía. El
on una energía nerviosa, sus alientos formando nubes blancas en la oscuridad. Ricardo
me vio, se acercó a mí, su rostro
ves pálida. ¿Segura qu
a tocarla. Anoche me había abandonado, y
los ojos. "Me mentis
impecable. "¿De qué hablas? Te dije que iba
s deshacerte de mí.
ro la recuperó rápidamente. "Debes haber oído mal. Estaba
ana pequeña y caprichosa que había criado. Vi a una extraña. Una extraña con una frialdad calculadora q
as bebía, sus ojos se encontraron con los de Ricardo por encima de mi hombro. Fue una mirada fugaz, casi imperceptible.
o una cómplice pasiva. Había sido u
ue me ahogaba. Todo el amor, todos los sacrificios, todos los añ
ser inteligente. Mostrar mi mano ahora serí
de derrota. "Tienes razón. Tal vez estoy exagerando. Me
rolina fue genuina. Por un mom
mo que no v
de que yo estuviera en esa montaña.
a la frente. "La altitud, el estrés... no es buena
ncima de mi hombro, buscando a Ricardo. Su reacción fue la con
, su voz un poco demasiado alta. "Prometis
o, gesticulando frenéticamente en mi dirección. La
cado. Y en su pánico, estaban
-