humillada. Ricardo y Carolina habían ganado esa batalla. Sabía que no podía enfrentarlos de frente, n
nte para discutir los detalles de la excursión. Era una excusa para beber y crear una falsa sensación de camaradería. En l
vez
cardo, como siempre, era el centro de atención, contando alguna anécdota exagerada sobre sus aventuras. Carolina es
esta!" , exclamó Ricardo al verme
que sería bueno escuchar
sada, ella se había emborrachado mucho esa noche. Ricardo la había anim
, intercepté el siguiente
, le dije al mesero, tomando la copa.
rada. "¡Oye! ¿Qué te pasa? ¡
mañana para escalar una montaña, Carolina" , respondí en voz
ntervino David, uno de mis compañero
imero" , insistí, ma
irectamente hacia la barra. "Si no me quie
de un trago, mirándome directamente a los ojos con aire de desaf
una mano en mi hombro. Su toque s
arla ser. Además, esta excursión es importante. Es para unir al equipo. Si tú no vienes, y encima intentas sabotear el buen ambiente
escucharon. La presión era inmensa. O me unía a su juego, o me arriesgaba a
piel, pero la reprimí. Tenía
ndo la sonrisa más falsa de mi vida.
de agua. "Salud
o. "Así me gusta. ¡
enté acercarme a Carolina de nuevo. Estaba claramente ma
hora de irn
entrecerrados. "Voy a i
inutos. Diez. No regresaba. Una mala sensación se apoderó de
l estacionamiento, subiéndose al coche de Rica
os. "¡Carolina
la, su rostro era una
var a casa. No necesi
i coche aho
por el alcohol, era fría y cortante. "Te mentí. No iba al
la fuerza de un puñetazo. Era una admisión directa. Una confesión
anita" , dijo Carolina con una sonrisa
el estacionamiento oscuro, con el eco
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