ión nerviosa de mi cuerpo. El viento aullaba en mis oídos, un sonido agudo y solitario. Intenté moverme, pero mis extremidades no respond
e trekking en mi cabeza todavía resonaba como un eco sordo, un dolor profundo que me había dejado aturdida y desorientada. Y Carolina... mi herma
jefe y por mi propia hermana. El mundo se
s ojos
habitación, la suavidad de mis sábanas. La luz del sol se filtraba por la persiana, dibuja
bruscamente, el movimiento repentino me provocó un mareo. Miré mis manos. Estaban pálid
a pesadilla incre
de noche. Lo tomé con mano tem
10 de n
rsión al Popocatépetl era el sábado. El día
vuelto un día antes
una extraña euforia, me recorrió por completo. No fue u
itación se abrió de
nita! ¡Despiert
s camisetas viejas y unos shorts, su cabello castaño estaba recogido en una cole
olores brillantes. Lo agitaba frent
nosotros! ¡Una excursión de montañismo al Po
ella. La misma sonrisa inocente, la misma emoción infa
sabía que era. Pero no había nada. Solo una emoción pura y caprichosa. Mi corazón, que
voz sonó más áspera
eó, su sonrisa
pocatépetl! ¡Siempre he querido
a bata que colgaba en la puerta. Necesita
preparadas para algo así. Se necesita equipo espec
r responsable que siempre había sido para ella. Pero por
e no hay problema. Él se encarga de todo, del equipo, de los guías. Dijo que es
sta de las actividades al aire libre. El hombre que me
iqué, mi voz más firme esta vez. "La respu
arolina. Era la misma expresión que había puest
icardo dice que la gente que no se arriesga nunca logra
o como un arma entonces, y las usaba ahora. Sol
o captó mi atención.
licado. Un pequeño zorro
ado, un "amuleto de la suerte". Un símbolo de su pacto. Verlo ahora, un día antes, era la confirmac
ya era firme, se
r que viera el torbellino de dolor y rabia que sentía. "Escúch
í. Apoyé las manos en el lavabo, miré mi propio reflejo en el espejo.
ntasma con una misión: sobrevivi
-