lular vibró. Era un mensaje de un número de
negocio familiar. Ups, ¿debería decir 'nuestro' negocio familiar? Es que tu papi y yo nos hemos vu
ción deliberada, diseñada para herirme. Y lo logró. Sentí una oleada de rabia tan inten
osa. Una idea terrible, una posibilidad que no había considerado en medio del caos, se abrió paso en mi mente. ¿Cuándo fue mi último período? Las semanas de estrés, la planificación
ada del hombre que me había engañado, que se había casado con otra, que me había humillado. El dolor en mi vientre se intensificó, una mezcla de angustia física y emoc
sitaba una última pizca de verdad, una última confr
emos que habla
na reunión importante," respondió,
diendo el control. "Se trata de nosotros
otro lado de la líne
. Está obsesionada conmigo. No le hagas caso. Ha
hora, seguía tratando de manipula
ento, Ricardo. Y no me sie
uda. Una parte de mí, la parte más estúpida y herida, todavía esper
allá," dij
rtía en oleadas. Me acurruqué en el sofá, temblando. Des
Se cayó y se lastimó el brazo. Estoy llevándola al hospital. Es mi r
su traición ahora jugaba a la víctima, y él corría a su lado sin dudarlo. Me estaba abandonando
ra apenas un susmurro. "Lo
de esperanza, de amor, de cualquier sentimiento que no fuera
da secreta" de Ricardo y Rebeca. En un jardín lujoso, rodeados de amigos, sonriendo, brindando. La fecha era de la semana pasada, el mismo dí
clóset. Saqué la caja de fotos de Ricardo y Rebeca de la basura. La puse dentro de mi maleta. No como un recuerdo doloroso, sino como evidencia. Como combustible para el fuego que acababa de encenderse dentro de mí. Iban a pagar