la húmeda. Su voz tenía un tono de urgencia que no tenía nada que ver con la preo
miró, estudiando su rostro. Cada gesto, cada palabra, estaba calculado. Quería
ada, Mateo" , dijo
as... son los síntomas. Mi amor, tenemos que ser cu
ue comiera más verduras, que evitara el alcohol y el café. Él le preparaba batidos "saludables" cada mañana. Ella pensaba que era porque
esas risas, esas noches de amor. ¿Cuántas de ellas habían sido una actuación? ¿Cuántas veces la había tocado
bre el lavabo, vibró. La pantalla se iluminó con un nombre: "Sofía" . Mateo lo
o, pegando la oreja al frío cristal. Podía
ncionando. Tuvo náuseas esta noche... Sí, la llevaré al
z de Mateo de nuevo, esta
o estaremos juntos. Con nu
scuchó la voz de Sofía, metálica y distorsionada a través del teléfono,
úrate de que esa huérfana no arruine mi cuerpo. Quiero
ertenecía. La humillación era tan profunda, tan abrumadora, que Ximena sintió que se ahogaba. Se apoyó contra la