ersidad, y cada día se sentía más segura de que él era el hombre de su vida. Por fin, después de tanto tiempo, se sentía lista para dar el siguiente paso. Sobre e

scondido en la caja de herramientas de él, el último lugar donde lo buscaría. Prepararía su platillo favorito, lomo de

sin pensar, esperando que fueran los resultados de unos análisis de rutina que se había hech

rrieron las palabras técnicas que no entendía del todo, hasta que encontró la

izo añicos. Cáncer. Terminal. Las palabras resonaban en su cabeza, vacías, sin sent

ica, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente sola. Era huérfana, sus padres habían muerto en un accidente cuando era una niña. Mateo y

vantó. Necesitaba algo. Un papel. Quizás el pasaporte de Mateo para planear un último viaje, una locu

e, pero sus dedos tocaron un sobre grueso de papel manila. La curiosidad, o quizás un ins

n. "Mateo García y Sofía Reyes" . La fecha del documento era de hacía tres años. Tres años.

esta vez no era el cáncer. Era algo peor. Una traición que le partía el alma. Al fondo

a a ella. El mismo cabello, los mismos ojos, la misma sonrisa. Y allí, justo debajo de su ojo izquierdo, e