enó las fosas nasales. El murmullo de voces y el ra
a caseta, pintando rayas de luz y sombra sobre el albero. Estaba sentada en un
taba? Esto parecía..
iana por fin se
ás de Iván Castillo desd
rsidad. Miré a mi alrededor. Sasha estaba a mi lado
onces
v
Llevaba una guayabera blanca impecable. En su muñeca, el mismo reloj suizo. El que
a vu
que mi vida se desvió.
golpeó. Pero fue eclipsado por el dolor más reciente: e
tas, el amor no correspondido que me había consumido hasta no dejar nada de mí.
o
tra
ol de Triana n
tido. La determinación era
estaban puestas en mí. Sasha me sonr
ón era de aburrimiento, casi de fas
, como si fuera a s
o de jamón entr
presa dio paso a la incredulida
as se extendiero
ha d
iene algo en los di
sonal invadiendo el mío. Su vo
ás jugando,
e. «No tengo tiempo para juegos. Algunos
amo de claveles rojos. Llevaba una tarjeta. Mi tarjeta. La
ván, de parte de la
"prueba" de mis verdaderas intenciones
cia, una sonrisa cruel q
mpí en pedazos diminutos y los dejé caer en una pap
con una sonrisa. «Seguro
. La cara de Iv
no le gusta que le den calaba
l brazo, su aga
epentir de es
, vergüenza. Pero solo encontraron mis ojos secos,
Iván», dije, soltándome de su agarre. «Llor