dad. En los jardines de lo que una vez fue la residencia presidencial, ahora su palacio personal, sus ho
l. La vistieron con un simple vestido de algodón blanco, como el de una sirvienta, un
su cuerpo, debilitado por el veneno y l
ado, radiante y embarazada. Cuando Ximena apareció, cojeando ligeramente, todas las con
iró. Su voz, sin embarg
as ta
egunta, era u
erde lo que les pasa a
que lo había "desobedecido" al no comer. La había dejado sin agua
" susurró, baj
a sobre su vientre abultado, y se a
dijo con una voz melosa. "Pobre herma
ermanita" era
¿No te están alimentando bien e
bles, pero sus ojos b
hasqueó
ste a aparecer, entretén a
sonar. Ximena se quedó paralizada. Era la hija del Presidente, educada
ra dura como el acero. "O prefiere
o sus ojos, Ximena comenzó a moverse torpemente. Intentó se
ritó alguien de
ndada por un coro
iosa en sus ojos. Él simplemente levantó
l, revelando su cuerpo delgado y las marcas de maltrato que lo cubrían. Se quedó allí, en ropa inter
te y metálico llenó su boca. Se cubrió los labios con la mano, pero la sangre se escurrió entre sus dedos, ma
a caer, esta vez
amente, su rostro una
hora recurres a estos trucos para llamar mi atenc
do. En esa fugaz mirada, justo antes de que la oscuridad la envolviera, a Ximena le pareció ver algo más que cruelda
do se vol
-