urros, chismes que corrían en el mercado como agua sucia, historias que las madres usaban para asustar a sus hijos por la noche. Decían que la familia era inmensa
umía lentamente y que ningún doctor había podido curar. La casona, con su
o, durante los últimos ocho años, buscaba una "novia de la suerte". La oferta era simple y tentadora: una muchacha joven y sana se casaría con el hijo enferm
incipio, se decía que se iban a vivir una vida de lujos en el extranjero, lejos de las miradas curiosas. Pero los rumores se volvieron más siniestros. Algunos decían que la enfermedad del hijo era contagiosa y las mataba. Otros, los más
falta de pruebas". Las familias de las chicas, ahora ricas, guardaban un silencio de tumba. El miedo se esparció por el pueblo como una plaga. Las madres comenzaron a encerrar a sus hijas cuando
hermano menor, Miguel, tenía el cerebro más brillante del pueblo. Sus calificaciones eran perfectas, su sueño de ir a la universidad era la única luz en nuestra casa. Pero esa luz se estaba apagando. Apenas teníamos para frijoles y tortillas. Ver su diploma de preparatoria guardado en un cajón, acumulando p