en perfecta de la e
poso, un empre
una, el centro
rfume que se aferraba a su saco, un
y eficiente" asistente,
las que le regalé por nuestro aniversari
pi, ¿Daniela nos va a leer otro
e se c
a mirada y me atacó, culpándome por mi
a él, el peso de sus traic
ba, me llamaba
lo que una mujer podía desear, y que si quería que continuar
n la mejor diseñadora de moda del país
bí una ternura en Ricardo hacia e
ces, la
ba de e
s rosas.
endición; er
otro niño a este
o sentí tristeza, s
che, l
de Daniela, actuando como
sa que una vez
azada de su hijo, viendo
stir a mi pr
as
a un inve
tos de ellos, f
n la cabeza apoyada en el
on Luna: "Mis dos
a mi marido;
lo iba a
l número
su o
rminar c
vez por