el jardinero encuentr
ca la puerta de la cocina. Isabella
l perro. Tango.
n. No hay sorpresa, no hay tr
amente. "Deshazte de
mi fiel amigo, una rabia helada y una tristeza infinita llenando mi ser etéreo. Lo envenenaron. Ricardo o ella, o ambos
o, mirando su teléfono. Parece inquiet
suficiente de este juego. Vuelve a cas
nos la tranquilidad de saber que su mentira está segura. El descubrimiento de los huesos la ha puesto nerviosa. Este
unca leeré, pidiéndome que vuelva de un lugar del que
en la habita
o?", pregunta, su voz co
iosa", responde ella. "La policía, esa
toma por los hombros. S
imal era un lastre, un recordatorio constant
o me revuelve el estómago. Isabella no protesta.
e. "Solo quiero que
echo, tengo una idea para asegurarnos
sacando una pequeña caja d
ojos de todos. Una vez que seas mi esposa, nadie se atreverá a cuestionarte. Será
s brillan con codicia, pero por primera vez, veo una
ea. "La gente hablará. Y Miguel..
n le importa? ¿O es solo un miedo supersticioso? ¿El temor a que
se? ¿Y qué? ¿Qué va a hacer? ¿Zapatear hasta que se canse? Isa
Isabella mira el anillo, luego a la puerta, como si esp
é, Ricardo. Ne
rece a Ricardo. Su
está husmeando. La policía encontró unos hue
acción de Isabella, la crueldad calculada de Ricardo, la muerte
nto de pánico. Fue planeado. Ricardo y ella, y probablemente Carlos, lo planearon todo. El "accidente
e intuye la verdad. Ella es la
, no viene sola. La acompaña un hombre mayor, un viejo gui
upción. Sofía y yo hemos estado hablando. Estamos organizando un homenaje a Migue
ella y Ricardo. Un homenaje. Mantener
do da un paso al frente,
, dice Ricardo. "Isabella todaví
a directamen
ra. Creemos que algo le pas
vos dispuestas a luchar por mí. Y por primera vez desde mi muerte, siento un destello de esperanza.