in peso, y observo la escena q
iquiera en nuestros mejores momentos. Ricardo, su amante, el hombre por el que me dejó morir, le rodea los hombros con un brazo, sonriendo co
patear y soñar", sin entender lo que una mujer como Isabella necesitaba: "riqueza, seguridad, un hombre de verdad". Ella finge melancolía, pre
Descubrí sus mensajes con Ricardo, y ella conducía, tensa. El coche se estrelló. Sentí un dolor agudo, y cuando abrí los ojos, Isabella, ilesa, me miró sangrando sin piedad. Ricardo lleg
para pagar su tratamiento cardíaco experimental, la donación de hígado para su padre. Borra cada rastro de mi amor, reescribiendo l
sacreditarme, pero la semilla de la duda ha sido plantada en Sofía. Y en ese instante, siento una extraña calma. Quizás, solo quizás, no estoy solo en esta lucha por la verdad. Mi a