ado fue una farsa. La culpa recayó sobre un jardinero de la finca del tío, un hombre desesperado que, a cambio de una suma de dinero para su familia, confesó haber quemado el cofre por
to. A través de su abogado, exigió una disculpa pública de Elvira hacia Isabella por la "agresión" en la sala de interrogatorios. Y para asegurarse de que Elvira cumpliera, añ
mitir que arrastraran a Lucía al lodo por su culpa. Se sentía atrapada, su rabia impot
za en alto, pronunció las palabras que le exigían. "Lamento haberte abofeteado". Su voz era fría, desprovista de cualquier emoción. Isabella sonrió, una sonrisa tri
iencia judicial, el juicio principal contra su tío por liderar el cartel, haría un último intento desesperado. Revelarí
confianza arrogante. Elvira notó algo extraño. El principal testigo de la fiscalía, un antiguo miembro del cartel que había aceptado testi
usión, los hombres se dirigieron directamente hacia el tío de Elvira y lo liberaron. Era una fuga planeada. Elvira, tirada en el suelo, vio cómo su tío y sus hombres se dirigían a la
umo se disipó, el tío y sus hombres habían desaparecido, llevándose a Isabella con ellos. Elvira se quedó paralizada, el sonido de los disp
do se acercó a Elvira. Estaba fur
reguntó, ayudánd
ruo, y el monstruo no solo había ganado, sino que se había llevado el último pedazo de su familia. En ese momento, no sabía si Isabella había sido secuestrada como víctima
, un sueño despierta en el que nunca se había sacrificado por Isabella, en el que había seguido su propio camino, lejos de la so
a de Ricardo, Elvira tomó una decisión. Miró al
ermana. No sé si es una traidora o una víctima, pero ya no me importa. Solo quiero que e
Comprendía su agotamiento, su d
é de aquí. Te mereces empezar
eal. Le había dado a Isabella todo lo que Elvira no podía: lujo, poder, una sensación de pertenencia. Y a cambio, Isabella le había dado su lealtad ciega. Elvira había sido solo un obstáculo en su camino, un daño colateral en su extraña y destruct