e sería asesinado por orden de su tío. La conexión era demasiado directa para ser una coincidencia. Con una certeza que le oprimía el pecho, Elvira supo que había trop
ró desafiante, pero la presión y el aislamiento comenzaron a hacer mella en ella. Ricardo, con una paciencia calculada, le mostró las pruebas de los crímenes del cartel, las vidas destruidas, la violencia. Isabella int
bía una extraña, una mujer joven cuya moral había sido erosionada por la ambición y la lealtad equivocada. Elvira recordó los años de sacrificio, las noches sin dormir p
igo una copia de la fotografía que había encontrado. Se paró frente a Isabella, su mir
ó, su voz tranquila pero cargada de una
ó negarlo, pero sus ojos la traicionaron.
esa foto con un hombre que nuestro
ado por orden de su tío. Él temía que las cartas contuvieran información que lo incriminara en viejos crímenes, incluido e
timos recuerdos tangibles de su padre. La rabia, pura y visceral, se apoderó de Elvira. Sin pensarlo, levantó la mano y
rriendo por su rostro. "¿Cómo pudiste quemar s
ó con una mezcla de miedo y resentimiento. En luga
ido a buscar a tío, nada de esto habrí
hombre de traje caro y sonrisa cínica. Al ver la situación, inmediatamen
iendo intimidada. Esta mujer está fuera de control
él, su dolor transfor
i hermana es su cómplice. Tengo pruebas",
dría ser cualquiera. De hecho, parece que usted está tratando de incrimi
de su padre talladas en la tapa, el olor a cedro de las cartas, el tipo de papel, la tinta que su padre usaba. Cad
carta que él me escribió desde el frente. ¿Cree que se puede inventar un dolor
ilencio, la miraba con una nueva admiración. La evidencia era circunstancial, pero la convicci
la investigación más amplia. A cambio, esperamos que los c
voz. Ya no era la víctima indefensa. Era la hija de un héroe, y