te que dio su vida en el campo de batalla, le había dejado una lección de honor, pero también una familia rota. Su madre, abrumada por el dolor, se marchitó lentamente, de
ran para el futuro de su hermana, un futuro
n escrúpulos. Bajo su influencia, la inocencia de Isabella se corrompió, su lealtad se desvió. La traición llegó como un ladrón en la noche, silenciosa y letal. Isabella, la niña p
u hermana, a quien creía una víctima, la realidad la golpeó con la fuerza de un puño de acero. Los secuaces del cartel la emboscaron en un callejón oscuro. No solo la golpearon hasta dejarla irreconocible, sino que se ensañaron
le contaba de niño sobre un viejo amigo, un hombre de honor que ahora era el jefe de policía. Y la medalla, la medalla de honor que su padre le había dicho que guardara para una emergencia, un símbolo de
quia de un tiempo de héroes, y le rogó por justicia, no solo para ella, sino también para Isabella, a quien todavía creía atrapada en las garras del cartel. Pero la red de corrupción era profundavisión de la medalla destrozada y de la hija de su amigo humillada despertó al soldado que llevaba dentro. La promesa que le hizo a su padre resonó en sus oídos. En ese instant
confesando todo y mostrando un arrepentimiento que quizás llegaba demasiado tarde. Para Elvira, la justicia no trajo alegría, sino una paz silenciosa y profunda. Las heridas de su cuerpo sanarían, pero las cicatrices de la traición permanecerían. Sin embargo, en medio de las ruinas de su vida, en