s planos, cada cálculo que hacía para mi futuro estudio, se sentía como un paso hacia la libertad. El aire en la casa parecía más ligero, y por primera vez en tres
ardo. Era temprano para que volviera. Me levanté, curiosa, y lo vi salir del auto. Pero no estaba solo
naba hacia mí, con Leo siguiéndolo
preocupado. "Leo se quedará con nosotros por un ti
cio. La casa, mi santuario temporal de paz, acababa de ser invadida. La presencia de L
e intentó suavizar el golpe. Se metió la mano en el
de diamantes increíblemente caro. "Considera esto como...
pero se sentía como un soborno, una forma de comprar mi s
lió más firme de lo que esperaba. Cerró la caja,
hablar por primera vez. Su voz e
on una familiaridad posesiva, tomó la caja de las manos de Ricardo. Abrió la caja y admiró el
por un segundo. Ricardo no lo reprendió. Solo susp
centré en las líneas del papel, en la fachada de un edificio que existía solo en mi mente. Escuché sus pasos alejarse hacia la casa. Podía sentir
ia mi habitación, escuché voces provenientes del estudi
molestes. Solo tenemos que ser pacientes. Ella se irá pronto, y e
una pieza en un tablero que pronto sería retirada. Entré en mi habitac
la puerta de mi habitación se abrió. Era Ricardo. Se quedó de
ro acuerdo... aún no ha terminado. T
ión. Entendí a lo que se refería. Era una petición, una exigencia basada en las