a nada. Mi esposo, Miguel, conducía en silencio, respetando m
ué, mamá? ¿Por qu
ncioso que retumb
abía pedido, una carrera en la que yo corría con todas mis fuerzas m
pasado, hacia la cocina
is. Mi madre nos servía el des
dos con tocino, un vaso de leche
elto, sin tocino, lech
egunté un día, con la inocencia de una
era levantó la vi
cer fuerte y sano. Tú tienes que cu
devastadora. No era por salud, no era por
cia se repi
ás nuevo. Yo recibía sus cosas usadas o versiones más baratas. Si él rompía algo, er
idí que si no podía ganar en el campo
é estu
e matemáticas, con reconocimientos de la escuela. Pensaba que si le demostraba q
la secundaria. Todo eran dieces. No había ni un solo nueve. Corrí a
ué el primer lugar
ón favorito, tejiendo una bufa
ó un vistazo rápido al papel y dijo:
ó a su
n abrazo. Ni un "est
rtaba lo que yo hiciera, nunca sería suficiente. Dejé de b
er irme de esa casa lo más pronto posible, para construir mi propia vida, u