a era la ansiedad que le retorcía el estómago. Mateo, su prometido, el gran torero, no contestaba el teléfono. De nuevo. Sabía dónde estaba, con quién es
ro no era la llamada que esp
es nada de ese h
amo, hoy sonaba teñida de una preocu
a una reunión importante, algo sobre un contrato mil
lado de la línea. "Más importante que su
débilmente bajo la luz del vestíbulo. No olía a alcohol, olía a un perfume de mujer que no era el de ella. Su
vántate. N
o admitía
o? Mira la hora que es,
a la corr
ente figura proyectand
y a punto de parir! El médico dijo
tá allí. Su esposa está furiosa por los rumor
risa amarga subir
? Mateo,
r nuestro futuro, el futuro de nuestro hijo. Ahora mismo, la esposa de Vega cree que Isabella es una trepadora que quiere destruir nue
odía creer
? ¿Yo? ¿Por tu
n segundo. "Es solo una distracción. Tú eres mi prometida, la madre de mi hijo. Ahora,
la casa presintiendo el desas
¿No ves que está a punto de
rtó con un e
o se met
. El viaje a la plaza de toros fue un silencio tenso y pesado. Al llegar, el ruido de la multitud y la música la golpearon como una par
dijo la señora Vega,
tó el braz
susurró e
o. Y entonces, sintió una punzada aguda y terrible en el bajo vientre, un
pánico apoderándose
la miraba con
ahora,
rándola por dentro, Sofía se obligó a doblar las rodillas.
a... yo...
una nueva oleada de dolor la inundaba. La sangre manchaba su vestid
sabella, de pie en un rincón del palco, con una sonrisa triunfante.
ca nacerá para ar
El silencio era antinatural. Su vientre estaba plano. Vac
Hicimos todo lo que pudimo
n la pared, un programa de chismes mostraba fotos. Fotos de Mateo e Isabella, en la playa, en un yate, besándose apasionadamente. Las fotos eran recientes
abuela entró, con los
.. mi pob
to. "Sácame de aquí. No quiero volver a ver a
so. El niño te nec
, su corazón convirtiéndose en una piedra de hielo. "Es el recorda
u rostro era una máscara de furia. No preguntó por
frente a su cara. "¡Estamos en todos los noticieros!
levantó, temb
güenza? ¡Acaba de perder a tu hijo por tu culpa y vien
ró, sus ojos
ste todo
un silencio que pesaba más que cualquier grito. Sofía cerró los ojos. Ya no sentía