me con un desprecio renovado, como si mi desafío f
ara que solo yo lo oyera. "Ya sabes lo
do un préstamo para nuestro primer restaurante. Teníamos una cita crucial con un inversionista. La noche a
la muestra a la re
ofendido, nos cerró la puerta. Semanas después, me enteré por un amigo en común que Carlos había pas
gran paso, por una fiesta. Y yo, cegada por
re risas, la verdad me golpeó con la fuerza de una revelación. No era solo
lo. Cada uno era una pequeña herida, pe
mirada compasiva de Doña Elvira, quien s
te apague, mija. Tu sazón vale m
tarme, invertí mis pocas ganancias en ingredientes de prime
ada día era una nueva publicación: cenas en los restaurantes más caros de la ciuda
ical, ahora parecía tener un pozo sin fondo. Pero yo sabía la verdad. Los f
e, mi proveedor de chiles secos, me contó que los encargados de "El Sabor d
a, Sofi", me dijo, negando con la cabeza. "Ese negocio no va a dur
dor quejándose de que uno de los cam
, para financiar el estilo de vida que Valentina demandaba.
-una técnica para ahumar chiles pasilla con madera de manzano que le daba
ra él, eran solo una fórmula para hacer dinero. Para mí, eran un
ro yo tenía el legado de mi abuela.