no mayor de los Valenzuela, Javie
. El miedo era un n
de mi cabeza hacia atrás con fuer
erra!" gritó, su rostr
, un espectador impasible. No movió un solo músculo para ayudarme. Era como
encerrada después del incendio. A las manos de otros hombres, a un dolor mucho peor. Mi cuerpo reaccionó por i
nto," susurré
satisfecho.
rodillas. El asfalto frío y rugoso raspó la piel de m
rtera, sacó un fajo de billetes y lo arrojó al suelo, justo f
su voz era un látigo. No lo hizo por mí
y se fueron, dándose
ro a la altura del mío. Su m
e querías, ¿no? Dinero. Siempre
muriendo, que yo estaba muriendo. Que el dinero era para salvar a mi hermano. Pero no
erdad lo destruya. Deja que te odie a
dolor, mi verdad. Y me convertí e
dedos temblorosos y torpes. Alejandr
uedo creer que alguna vez..
ampo de los Vargas. Yo tenía dieciocho años. Estaba con la señora Vargas, su madre, prepa
n llamas. Me hizo jurar. Me hizo prometerle que le diría a Alejandro que yo había iniciado el
"Dejó esa válvula abierta esta mañana. No so
ado que yo había sido la responsable. Su amor se convirtió en cenizas esa noche, reemplazado por un odio incandescente. Su padre, un hombre poderoso y vengativo
ta, pero con el
ecogiendo el dinero de su desprec
a sonrisa vacía. Le mostré los bil
una mueca de dolor y rabi
ca de mí," dijo, su voz tembla
, sin
ara del brazo. Me quedé sola en la calle oscura, con el dinero de l