alma, mientras Ricardo Vargas me e
íe vacía para pagar las facturas del hospital
Carmen, terminó en un escenario, con un hueso roto y e
rebral, postrada, y yo, desesperada, v
cardo me exhibía como su "pequeña ave rota", y justo ent
io, confirmando lo que ya sabía: su
, Sofía", me susurró venenosamente, mientras iba
mi rostro permaneció seren
e atacó en el baño, gritando
sión solo profundizaba mi herida: ¿e
a crueldad de mi madre en la academia, y que yo fui "ciega y coba
e sufrir, arrebatarm
me? Mi carrera, mi amor, m
saba que era un acto de venganza, era en realidad u