or fin te has
acostada a su lado, observándolo. Ella extendió la mano y tocó su
s? ¿Sabes lo preocupada que estaba cuando
nsó él con amargura. ¿No estaba
ndo suavemente la mano de ell
tando su gesto como un signo de
N
jilla, un gesto que antes lo habría derretido, pero que ahora se sentí
os eran tan suaves y familiares como siempre. Ricardo no quería parecer anorm
punto de salir, Daniel apareció en la puerta
montar a caballo? Qué envidia, nunc
expectación infantil, sus ojos b
cardo hoy", respondió Laura, frunciendo
era. "Pero quiero ir... He estado ocupado cuidándote es
estómago. No quiso seguir escuchando esa patética actuación. Se dio la vuelta y salió por la puerta, camin
ó el suspiro de resignación de Laura detrás de él. "Está
ra se sentó a su lado, y cuando sus ojos se encontraron por el espejo retrovisor, ella inclus
tró por completo en Daniel. Se mostró aún más atenta con él, olvidan
aquí, ten cuidado"
uerte, ponte
enseñaré
te el corazón de Ricardo. Él se dirigió en silencio al establo, eligió una yeg
e su vigésimo cumpleaños. Ella lo había llevado a correr por ese mis
olo tenía ojos para otro hombre. Le ataba el arnés a Daniel, le ajustaba los estribos c
en todo momento, sin soltarlas ni un instan
éfono sonó en el
ó ligeramente el ceño. Er
ato: "Señora Soler, vaya a atender su trabajo,
vez de que Daniel estaba bien sentado y seguro sobre el caballo,
bservando la escena en silencio. El sol de la ta
aparato con el dedo índice, una pequeña costumbre que él co
r Men
ntos. El joven se había acercado a cabal
si dos caballos choca
onder, Daniel apretó bruscamente el vientre de su caball
l impacto repentino, se encabritó v
ar que su caballo se desbocara por completo. El animal, fuera de control
tar "accidentalmente" las riendas y deja
de pánico. Corrió hacia él y lo atra
corral cercano, asustados por el ruido y la conmoción, rompiero
aba sobre el caballo desbocado, su voz ahogada por el e
ciente, en sus brazos. La vio correr hacia la salida del
ballos le nubló los ojos. Ricardo sintió qu
cumpleaños, en ese mismo rancho, Laura le había dicho: "Ricardo, si alguna vez
uelo. Antes de que su vista se nublara por completo, lo último que vio fue
orazón desgarrado. Ricardo se acurrucó en la arena, escuchando el sonido de los cascos de los