iel, cuando un sirviente anunció la llegada de mi madre, la Duquesa. Y no venía sola. De
una punzada de piedad.
oche. Ni siquiera preguntó por mi salud. "¿Cómo puedes estar aquí ta
ndo una reverencia cortés. "
a, solo me miró con u
hombre por el que tu hermana abandonó a su familia y su posición, ese plebeyo inútil, la ha
ico no era más que una farsa, un aprovechado que la usó y la descartó. E
uidadosamente modulada para sonar com
reputación está por los suelos. ¡Tú tienes que ayudarla! Eres la princesa, es
r el desastre de Valentina. En mi vida anterior, yo, tonta e ingenua, la había recibid
vez
ués de todo." Pero mi mirada no estaba en Valentina. Estaba buscando más allá de
to. Vinimos directamente aquí. ¿Por qué pr
e. Y Valentina... bueno, ella rechazó un
e a ti, su hermana. Está aquí para ayudarte con tu embara
sado, se instaló en mi casa con la excusa de "cuidarme", llenando los oídos de Alejandro con mentiras sobre mí, presentándose
lboroto cerca de la entrada del
quién soy? ¡Soy la h
pero no venía de la muj
sirvienta vestida con las ropas de mi hermana, su rostro cubierto de tierra y lágrimas. Y detrás de ella, s
ulpe la interrupción. Encontramos a esta mujer tratando de
dre, cuyo rostro se había puesto pálido. Mir
atrapada, mientras ella se colaba por otro lado para "aparecer" milagrosamente a mi lado, jugando el papel
o todo simplemente pre