ó de una satisfacción gélida. Recordé el final de mi vida anterior, cuando él sostuvo la mano de Isabella mientras yo me d
baja y llena de veneno. Intentó aga
ndió por completo, le di una bofetada. El soni
la mejilla, mirándome con puro odio. Los invitados jadearon en shock. Una
ranquila pero mortal. "No olvides tu lugar. Eres mi prometido por decreto real, no por derecho propio. Tu títul
a dulce venganza por todas las veces que me había menospreciado en privado.
e temblaba, ya no de actuac
olviéndose aún más fría. "Esto ha dejado de s
Un crimen? ¡Estás loca
Real de Sucesión, Artículo Siete, la usurpación o el uso no autorizado de cualquier símbolo designado de la herencia real
a de una disputa entre primas; era un asunto de estado. Estaba usando la propia ley del reino, una ley que mi tío R
tuviera la plaga. Nadie se atrevería a defender a alguien acusado de sedición. El Duque de Medina, un
entrada del salón se cuadraron y marcharon hacia mí. "Arresten a Lady I
a Alonso y luego a la multitud. Arrestar
Heredera!", grité, mi voz sin
. Se movieron para agarrar a Isabel
¡Alonso!", chilló, luch
i mirada se clavó en él. Sabía que si intervenía, se
alón. Su fiesta de cumpleaños se había convertido en una demostración de poder, y yo
bella que lloraba y gritaba, las grandes puertas del salón se a
enta. Llevaba el uniforme de General del Ejército Real y su prese
sabella. Y su mirada estaba fija en mí,
e triunfo fue interrumpido por la llegada del hombre que, en m