últimas de mis cosas. El aire estaba impregnado
nchas de chile en su blusa de seda y el cabello recogido en un moño desordena
plato de mole humeante sobre la mesa. "
su ropa, el desorden, el trabajo. Verla allí, en medio de ese caos
, dije, dirigiénd
ritó, siguiéndome. "¡Es un gesto, Roy!
y me volví
vestigué y perfeccioné solo para que los miraras, les tomaras una foto para tu Instagram con un pie de
ro se d
ción de siete platos y tú llegaste dos horas tarde porque estabas en una
otro intento de manipulación, un gran gesto para que puedas decirte a
y saqué mi cartera. Le entr
go de 200,000 pesos del Hospital Ángeles. Supongo